jueves, 13 de noviembre de 2008

Una tabla estadística sobre la desamortización (página 11 del tema 5.2)

COMENTARIO DE LA TABLA ESTADÍSTICA: “LA DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA Y CIVIL ENTRE 1834 Y 1856”.

La fuente histórica facilitada en el examen es un resumen estadístico de los valores que ofrece la desamortización eclesiástica y civil durante el reinado de Isabel II. Por ello, podemos establecer con ella una serie de reflexiones finales sobre el proceso desamortizador durante el siglo XIX. Iría, por tanto, al final de la pregunta “Desarrollo del proceso desamortizador”.

La tabla estadística “La desamortización eclesiástica y civil entre 1834 y 1856” es una fuente histórica indirecta que está confeccionada por Jaime Vicens Vives a partir de los datos ofrecidos por el Ministerio de Hacienda.

El análisis de esta fuente ofrece multitud de datos sobre el proceso desamortizador. Por lo tanto, comenzaremos con un análisis pormenorizado de todas las variables que aparecen en la fuente:

-La columna de la derecha nos aporta una división en los dos tipos de desamortización existente, eclesiástica y civil. La primera afecta a los bienes de la iglesia y la segunda a los bienes de los ayuntamientos. La desamortización eclesiástica está diferenciada en tres periodos (1836-1844, 1845-1854 y 1854-1856), y dentro de cada uno de ellos diferencia los bienes del clero regular[1] de los del clero secular. En cambio, en la desamortización civil sólo nos aparece el período en su conjunto, 1834-1856, diferenciando, asimismo, los bienes de las corporaciones[2] de los bienes del Estado.

-Las siguientes columnas nos ofrecen tres tipos de datos en relación con la primera columna citada:
a. Número de fincas, tanto rústicas como urbanas, desamortizadas.
b. Número de censos y foros[3] desamortizados.
c. Valor en reales procedentes de la venta de los bienes desamortizados (en pública subasta).

A la hora de interpretar estos cuantiosos datos, procederemos de los más generales a los más particulares. Así obtenemos:

Número total de fincas rústicas desamortizadas: 161.454.
Número total de fincas urbanas desamortizadas: 23.635.
Número total de censos y foros desamortizados: 187,353.
Valor en reales procedentes de la venta de todos los bienes anteriores: 1.925.352.211 (correspondientes a 472.442 fincas).

A continuación, diferenciaremos los datos procedentes de la desamortización eclesiástica y la civil:

Desamortización eclesiástica:
Número total de fincas rústicas desamortizadas: 139.521.
Número total de fincas urbanas desamortizadas: 19.647.
Número total de censos y foros desamortizados: 157.116.
Valor en reales procedentes de la venta de todos los bienes anteriores: 1.406.183.483.
Desamortización civil:
Número total de fincas rústicas desamortizadas: 21.933.
Número total de fincas urbanas desamortizadas: 3.988.
Número total de censos y foros desamortizados: 30.237.
Valor en reales procedentes de la venta de todos los bienes anteriores: 519.168.728.

A la vista de estos primeros datos ya podemos llegar a una primera conclusión: tanto por el número de fincas como por el valor de venta, la desamortización eclesiástica es muchísimo más importante que la civil. Frente a las 316.284 fincas pertenecientes a la Iglesia están las 56.158 civiles; frente a los 1.406.183.833 reales, los 519.168.728.

Siguiendo con el análisis, diferenciamos el estudio de la desamortización eclesiástica de la civil. En base a los datos más generales, las fincas desamortizadas al clero secular fueron 69.553 rústicas, 11.507 urbanas y 54.651 censos y foros (135.711 en total) y al clero regular 69.968 rústicas, 8140 urbanas y 102.465 censos y foros (180.573 en total). Si sumamos ambas, nos arrojan un total de 316.284. Atendiendo a la naturaleza de las fincas, 139.521 son rústicas, 19.647 son urbanas y 157.116 son censos y foros. Si atendemos al valor en reales, las fincas del clero secular se venden en 799.552.365 reales y las del clero regular en 606.631.117.

Una primera conclusión es que las 135.711 fincas del clero secular se venden por unos 800 millones mientras que las 180.573 del clero regular por unos 600 millones. Un dato muy importante en estas cifras es la importancia de unos períodos con respecto a otros:
-En primer lugar, comprobamos como entre 1836-1844 (es decir, el período progresista de Mendizábal y Espartero) es el más importante en la desamortización eclesiástica, afectando muy especialmente a los bienes del clero regular, aunque no muy lejos se sitúan los del secular.
-El período de 1844-1854 es el correspondiente a la década moderada, con Narváez en el poder. Es el momento de la estabilización y del Concordato de 1851. Aquí observamos los datos más bajos del período.
-El período de 1854-1856 es el Bienio progresista. Los valores desamortizadores vuelven a subir, pero estamos muy lejos del período de Mendizábal y Espartero. Este es el momento de la desamortización civil.

La desamortización civil arroja unos datos muy por debajo de la desamortización eclesiástica. Podemos comprobar cómo los datos de todo el período son más o menos similares a los datos del período correspondiente al bienio progresista en la eclesiástica. Es en este período el momento en el que se lleva a cabo la desamortización civil, muy significativa en los bienes pertenecientes a las corporaciones o ayuntamientos.

Si establecemos unas conclusiones generales llegaríamos a los siguientes apartados:
-La desamortización fue un proceso legal fundamental para comprender las relaciones en el campo español durante el siglo XIX, especialmente, en el reinado de Isabel II, con dos momentos clave: la desamortización eclesiástica de Mendizábal en 1835 y 1836 y la desamortización civil de Madoz en 1855. Asimismo y por su cuantificación, supuso la operación fiscal más importante del siglo.
-La desamortización “despojó” a la Iglesia de su enorme poderío económico, especialmente, en el ámbito rural. A partir de entonces, vamos a ver cómo el número de conventos se reduce drásticamente y cómo la Iglesia reorienta su influencia hacia el control ideológico del Estado público. Es pues, el grupo social más afectado por la desamortización.
-La desamortización civil prácticamente limitó ya de por vida la actuación de los municipios y dañó muy especialmente a los jornaleros y campesinos pobres que aprovechaban los bienes comunales de manera gratuita.
-La desamortización cambió definitivamente la estructura de la propiedad en el campo español: pasamos de propiedad colectiva a propiedad individual, pasamos de la Iglesia y los ayuntamientos como principales propietarios a los nuevos terratenientes burgueses. La esperada reforma de la propiedad y su redistribución en forma de pequeños lotes para que los pequeños y medianos campesinos accedieran a la propiedad fue, simplemente, una utopía.
-El campo español sufrió una “refeudalización” que condujo al durísimo enfrentamiento entre las clases terratenientes propietarias absentistas y los jornaleros y pequeños campesinos trabajadores.
-La desamortización no fue la mejor opción para el naciente estado liberal, ni siquiera a corto plazo. Para el ingente número de fincas que se desamortizaron, la cuantía económica recaudada fue mínima. Hubiera sido más interesante la opción que propugnaba Florez Estrada con los contratos enfiteúticos, por los cuales el estado siempre hubiera obtenido ingresos y la propiedad seguiría siendo suya.
-La desamortización también afectó a la nueva visión de la ciudad, la ciudad burguesa, que se va a adueñar de las enormes fincas de la Iglesia y de los municipios en las mismas para crear una ciudad a su imagen y semejanza, cuyas principales arterias serán las famosas “Grandes Vías” y los boulevares.
[1] El clero secular es el que vive "en el siglo", es decir, dentro de la sociedad de los hombres, y administra los sacramentos. Su organización jerárquica parte del papa -de los patriarcas en la Iglesia Ortodoxa-, continúa con los arzobispos, obispos y sacerdotes. Las órdenes menores del clero secular incluyen los rangos de diácono y exorcista. El cargo de presbítero, cura de almas, cura párroco o simplemente cura, es la base fundamental de contacto directo con los fieles.
El clero regular es el que sigue una regla, y no es secular porque vive fuera del siglo, es decir, fuera de la sociedad de los hombres. En su origen se iban al desierto (en las afueras de las ciudades egipcias del siglo IV y V) tanto individualmente (anacoretas o eremitas, algunos más excéntricos subidos a un árbol o una columna: dendritas o estilitas) como en grupos (cenobitas). Los miembros del clero regular son habitualmente denominados religiosos. Propiamente son clérigos sólo si han recibido las órdenes sagradas, cosa que no se extiende a la mayor parte de sus miembros, a excepción de algunas órdenes (por ejemplo, los canónigos regulares como los premostratenses), y está excluida por principio en las órdenes y congregaciones femeninas (implicaría el sacerdocio femenino).
[2] Bienes pertenecientes a los ayuntamientos.
[3] Un censo es, jurídicamente, un derecho real consistente en sujetar algunos bienes inmuebles al pago de un canon o rédito anual en retribución de un capital recibido en dinero, o del dominio pleno que se transmite de los mismos bienes.
Una variante es el censo enfiteútico o enfiteusis, que se trata de un contrato perpetuo o de largo duración por el cual un propietario y sus sucesores ceden a un arrendatario y a sus descendientes un bien, generalmente inmueble, contra una renta fija anual, con el compromiso de explotarlo convenientemente.
El foro es un contrato enfiteútico propio de Galicia.

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